jueves, 2 de agosto de 2012

EL PRIMER CAMINO. Octava y última Jornada.

Burgos, km. 130.
Finalizamos nuestro camino tomando un itinerario alternativo paralelo a la Nacional-20. Por Zalduendo, Ibeas de Juarros, y finalmente Castañares, donde el sendero se une con los que acceden por Agés y Atapuerca. Es un recorrido más ruidoso, por supuesto, pero también tiene su "ángel" particular, que nos acompaña hasta encontrar el cauce del Arlanzón (el de nuestra vida), entre campos de girasoles y ficticios giralunas, entre renovadas ilusiones y positivas mermas. Luego el río, casi sin darnos cuenta, nos introduce paulatinamente en la ciudad del Cid, camino del puente de San Pablo.

Advertimos, pues, como el Camino de Santiago tampoco es una senda sin alternativas, hasta el propio Camino tiene variados itinerarios con el mismo fin: La Vía de la Plata, el Camino del Norte, el Camino Primitivo. Todos llevan a Santiago. Esto nos avisa de los peligros de la obstinación, del empecinamiento, de cuando nos empeñamos en seguir un camino que no es el nuestro, que no aparece en nuestros sueños. Porque, a veces, la solución está precisamente en la ruta alternativa. Paulo Coelho asegura (en Brida) que escoger un camino significa abandonar otros, y que si pretendes recorrer todos los caminos posibles acabarás no recorriendo ninguno.*
En Burgos nos esperaba el oportuno descanso, la terapia rehabilitadora y, sobre todo, el cariño de los amarillos, de aquellos amigos especiales que han demostrado, en palabras de Laurent Gounelle (en No me iré sin decirte adónde voy), verdaderas ganas de abrazar tu mundo. Estos amigos solo pueden insuflarte energía positiva, porque es la que ellos desprenden, con la fuerza de su interior. Nos recibieron con un mandala, que al dorso decía: "Siempre he de tener la calma para aceptar lo que no puedo cambiar, la fortaleza para cambiar lo que sí puedo cambiar y la sabiduría para averiguar la diferencia".
Burgos es una ciudad monumental, llena de rincones bellos y de jardines apacibles a la vera del  río Arlanzón, un manso y evocador afluente del Duero. La capital castellana es una mediana urbe cuyo corazón late con el bullicio apropiado, con la tranquilidad necesaria. Desde la suave brisa que sopla en El Espolón a las fabulosas vistas del castillo, desde el esplendor de la catedral (y la capilla del Condestable), joya del gótico europeo, al sobrio recogimiento del monasterio de las Huelgas, desde el moderno museo de la Evolución Humana a -ya en las afueras- la adustez prodigiosa de la cartuja de Miraflores.
En la despedida, decidimos acercarnos a la iglesia de San Nicolás de Bari, en la trasera de la catedral. Allí nos postramos -impresionados- ante el retablo mayor de Simón de Colonia. Nos citamos para retomar el sendero el año próximo, pero antes, dimos las gracias por el camino recorrido y, por supuesto, por las tantas lecciones aprendidas.

Nota:  Les adjunto el enlace del Himno a Burgos para ilustrar en audio la entrada.
* Días después me encontré con esta cita del poeta norteamericano Robert Frost (1874-1963): "Dos caminos divergían en un bosque, y tomé el menos transitado. Aquella decisión marcó la diferencia en mi vida".

4 comentarios:

  1. J.J.Espero realices más caminos y nos sigas deleitando con tus relatos. Describes todo tan bien, que casi llegamos a visualizar el recorrido.Gracias por compartirlo, más besos.

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  2. Ha sido un placer leer tu camino.Saludos

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  3. Enhorabuena por llegar al final de ese primer camino que espero que sea el inicio de otros. Espero algún día vivir esa experiencia que con tanto entusiasmo has compartido. Bs

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  4. Enhorabuena por llegar al final de ese primer camino que espero que sea el inicio de muchos otros. Ojalá algún día pueda vivir esa experiencia que con tanto entusiasmo has compartido. Bs

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