lunes, 17 de diciembre de 2012

NAVIDAD PALMERA

Como en tantas otras manifestaciones festivas, la Navidad palmera resulta singular, particularmente entrañable y acogedora. Incluso paseando por sus calles nos sentimos como en casa. Quizás “Los divinos” constituyan nuestra más significativa seña de identidad. "Los divinos",  cuya denominación popular no es más que una derivación del villancico canario por excelencia: “Lo Divino” (paradójicamente en La Palma se conoce como “Anunciar”) de Fermín Cedrés, son agrupaciones musicales de pulso y púa que, por regla general, solo se forman en Navidad para amenizar las madrugadas palmeras en esta época del año y las tempraneras misas de luz, que en Canarias anticipan el nacimiento del Redentor. Suelen adscribirse a alguna iglesia o parroquia, pero también pueden considerarse como tales agrupaciones de otra índole que trocan en “divinos” solo entre el 15 y el 24 de diciembre de cada año.

Tradicionalmente "Los divinos" o las rondallas de "Lo Divino" eran agrupaciones de hombres, con alguna incursión femenina, siempre excepcional, pero desde el nacimiento de “Las divinas” en 1988 (con mucho éxito, por cierto), esto tampoco es así hoy, por lo que ya no solo pueden las mujeres formar parte de estos grupos, sino que incluso pueden estar constituidos exclusivamente por ellas. Pero digamos algo más sobre estas rondallas "fijas discontinuas" o "a tiempo parcial": los villancicos que interpretan suelen ser, en su gran mayoría, de origen palmero, aunque también los haya de muy diferentes procedencias (ahora bien, no esperen oírles interpretar el “Fun, fun, fun” o el “Ay, Chiquirriquitín” -bueno, de coña sí-, es decir, los clásicos villancicos españoles, salvo -quizás- el "Campana sobre campana"). En realidad, esta tradición está tan enraizada en la isla -aunque su origen se remonte a 1947-, especialmente en su capital (también ha prendido en otros municipios, como San Andrés y Sauces o Breña Alta), que la mayoría de los palmeros conocen las letras de sus villancicos al dedillo y no sorprende encontrarnos con “divinos” espontáneos en cualquier corrillo que se forme en una de las tantas tabernas o cafeterías de la ciudad, o incluso en La Laguna (Tenerife), donde los estudiantes palmeros no se resisten a reivindicar esta tradición en los garitos más pintorescos de la ciudad universitaria.

Despertarte de madrugada al son de “Ecos sonoros” o de “Los enanos” ("Alborada palmera") es una de las experiencias más gratificantes de la Navidad palmera, como también lo son acompañar a las agrupaciones en su periplo de madrugada (en las contadas ocasiones que nos ponemos gorro y bufanda) o en las misas de luz de cualquier parroquia (en la Misa del Gallo los efectos son especialmente grandiosos), o más cómodamente sentados, asistir al magnífico Festival de Tajadre en la plaza de España (aunque guardemos cierta nostalgia de sus intervenciones en la Plaza José Mata) o a los ya tradicionales de Aspronte o Aspaldi (con un largo recorrido) o de San Francisco, con participación de todas las rondallas de "divinos" del entorno. Para nota, recomendamos permanecer en vela (o de fiesta) los días culmen por antonomasia: la madrugada del día Navidad, cuando podemos toparnos con multitud de "divinos" por las calles de la capital, una vez se apagan los ecos de la Misa del Gallo, o la del último domingo antes de Nochebuena en la que las rondallas terminan concentradas al amanecer compartiendo con la población churros y chocolate en la plaza del Ayuntamiento.

Pero la Navidad palmera es mucho más que "divinos". En La Palma, la Navidad es desayunar con pan de manteca (o pan dulce) y chocolate caliente, o acompañar los postres o las tardes de tertulia con cañas y truchas, o con los polvorones de tía Matilde, todo bien maridado -como no podía ser de otra manera- con ron miel, mistela o vino de malvasía. También lo es pasear por nuestras calles más comerciales al son de música de “divinos”, en directo o enlatada (porque no nos cansamos de escucharla), o visitar algunos de los grandes veleros que atracan en nuestro puerto en su anual Encuentro o, aún más estrambótico, disfrutar de la original Fiesta de Fin de Año (australiano) de la Bodeguita del Medio al mediodía del día 31. Porque por la noche, los palmeros, de Los Llanos y de Santa Cruz, despedimos el año con cierta elegancia, siempre de etiqueta, y así nos ponemos un esmoquin aunque la fiesta sea de lo más popular, y hasta cuando nos quedamos en casa, incluso aunque llueva o truene y celebremos la nochevieja a la intemperie. Porque lo del esmoquin no es una cursilada más, sino una cuestión de principios.

Nuestra Navidad es además una sucesión de reencuentros, porque la sociedad palmera sufre y disfruta del “vuelve a casa vuelve, por Navidad” que popularizó como spot una conocida marca de turrones. Somos una pequeña comunidad insular que perdemos relativamente temprano a nuestros hijos, algunos vuelven para quedarse, pero otros -cada vez más- solo lo hacen por estas fechas para disfrutar la simpar Navidad palmera con su familia y amigos. En fin, que los palmeros, como ingenio e iniciativa no nos faltan, damos la nota incluso en Navidad. Una Navidad, por cierto, para compartir. Merece la pena.

2 comentarios:

  1. Sí que es especial, hay que vivirla. ¡Cómo somos! Saludos...

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  2. Esta como las anteriores entradas están muy bien argumentadas y explicadas con exactitud, cosa que sabes hacer muy bien, al leerlas me vino la idea de que podrías crear una guía de La Palma para los turistas de todo el mundo, que encuentren la esencia de La Palma en cada sitio que recomiendas en esa guía, no llevada por tus gustos en particular sino por lo que tiene que ofrecer La Palma para todo aquel sea español o de otra nacionalidad y se empape de la energía que hay en esa isla unido a la de las personas que viven ahí, sería una guía distinta de las que hay en el mercado y ahí estaría tu reto, ofrecer algo nuevo y único que puede enganchar al viajero de cualquier paisvenir a conocer tu tierra...

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